Mi 2º poemario

Mi 2º poemario

lunes, 27 de marzo de 2017

Despedida


La vida es un camino de sueños y esperanzas,
de luchas sin destino, que viven en el alma.
El alma es el reflejo, de sueños incumplidos,
de caminos de sombras , abruptos retorcidos.
La esperanza se mueve por rincones oscuros,
las nubes depositan la rabia como nudos,
la cabeza te dicta y el corazón te manda,
tu vida es una lista de metas que te inflaman.
Tropiezo tras tropiezo, guerras sin batallas,
amores que se pierden , del tiempo en su maraña,
luchas por alcanzar la luz de las estrellas,
los sueños que de niña, te acercaban a ellas.
De nada te ha servido, no hay supervivencia,
en los egos ajenos se murió tu impaciencia
y vuelves al recodo que escondido en tu mente,
dormita entre los lodos de ese dolor latente.
Retornas a ese mundo monótono, apagado,
donde solo los miedos, son parte del legado
y clavas tus recuerdos en la piel de la historia,
borrando de un plumazo, recuerdos y memoria.

Alegoría de un sueño



Quizá cuando te mueras, se lean tus escritos,
por el morbo que da, no por dolor transcrito,
les sobra la pobreza, les falta fantasía
y abunda su dureza.
Quizá alguien le encuentre a tus letras pureza
o…quizá a aquellos débiles les entre la entereza,
y crean en fantasmas de tiempos que pasaron
y centren su cabeza, en tu pobre legado.
No sueñes que los sueños se esfuman en el aire,
y el viento se los lleva, sin amor, con desaire.
Si acaso tú escribieras, con pluma y con tintero,
en lugar de usar sangre, la que brota de un suelo,
donde renacen odios, desastres, guerras frías…
atentados con muertes de falsa alegoría.
Quizá si te centraras en cielos sin añiles
en océanos sin olas en siembras sin perfiles,
que limiten las almas a no empuñar fusiles
quizá, quizás entonces…tu muerte se confirme.

Decepción

Me ahogaba la tristeza,
que provocaba en mi aquel sentimiento, 
sentía mil angustias,rabia , dolor resentimiento, 
recodaba otros años, otros momentos, 
antes de que llegaran alabanzas en pos de todo aquello,
primero fue alegría compartir sentimientos,
sentí como una lluvia de nubes y de versos,
que unían comprensión y muy buenos recuerdos.
Hoy veo que fue una hoguera, con el humo hacia el viento,
elevándose al cielo, perdiéndose en el tiempo.
La bondad es de tontos, (a veces me confieso
a mi misma), no a otros por si salen corriendo,
creyendo que el diablo me anida el sentimiento
y quiero dar los pasos hacia atrás en silencio,
marchando como el humo, se va a compás del viento.

¡Levanta!


Han pasado las horas y los días
con minutos eternos en el alma
con un viento voraz, que sopla fuerte
estampando su ira en la ventana.
Encerrado en mi mundo de dolor,
abrigo el corazón entre las alas,
olvidé ver el cielo y sus estrellas,
el mar entre olas o entre la calma.
He dejado mi vida a la deriva
en barca del olvido y la desgana,
navegué en unas aguas sin sentido,
he buscado la paz que no llegaba.
Arrastrado por viento de tinieblas
he arribado a puerto sin más armas
que el dolor la rabia y la impotencia
a una tierra que ya no recordaba..
He sentido de nuevo las caricias,
que la brisa del mar daba a mi cara,
y el húmedo sabor de tierra firme,
le ha dado fortaleza a la esperanza.
He tomado las riendas de mi vida,
Abrigando también tus añoranzas,
empuño el timón, con los recuerdos
guardados en el fondo de mi alma..
Navego nuevamente en esta vida,
al abrigo de sueños y templanza,
la luz de las estrellas es mi guía,
y el sol dará calor a mi semblanza.
(Imagen de la red)

viernes, 9 de diciembre de 2016

Mala poesía

Me dio por escribir mala poesía, aquella que rompía en las conciencias y llega ahora a mi la penitencia, de seguir transitando en agonía, rebuscando el dolor en transcendencia, siempre acorde al momento y a la guía, de aquellos que imponen penitencias. Escarbé en las conciencias de la hambruna, transité por parajes de inhóspita arboleda, y tan solo dolor que al alma llega, al ver la muerte en mi propia tierra, no puedo seguir viendo lo bueno, que la vida me acarrea cada día, cuando pienso en alambradas y cayucos, en pateras portadoras de vidas, vidas hundidas en mares de miseria, cuerpos de niños que yacen ya sin ira, y son pasto de buitres carroñeros, esos que visten de corbata y de levita, son esos mismos que publican derechos subidos en atriles de locura, No puedo ni quiero seguir viendo, como entre el fango se mezcla mi cordura, ¡le grito al cielo! el cielo no me escucha, y vuelvo a un frente a proseguir la lucha, nadie me sigue el mundo se ha dormido, en ese lecho que fabricó mullido, ni oye las penas, tampoco los lamentos, a aquellos que pisó...hoy yacen muertos, nada le importa más, que su propio aliento.

miércoles, 23 de noviembre de 2016

SOY



Soy... la brisa suave de un inmenso océano, la ola que rompe en la roca del tiempo, el pasado agridulce entre pliegues de miedos, soy, espina de rosa y azadón de labriego, y el batir de las alas de cigüeñas en vuelo, mar inmenso de olivos,meciendo, sus plateadas copas, cuando llega el invierno, y el fruto que se clava con ahínco en el suelo. Soy en definitiva... producto de mi tiempo, un tiempo que se pasa con lentitud de incierto, sin costura en las risas, con heridas y vientos, que lastiman sin tregua,
atardeceres muertos.

jueves, 10 de noviembre de 2016

Antonio Capilla Loma










Sus pies están clavados al carrusel del mundo
con su historia truncada su vida en almoneda
y no hay puntal que aguante del carrusel el vuelco
el creciente clamor que apela a las conciencias
esta injusticia enorme del vecino inocente
que avocan al destierro cuando su casa incendian.

Y no, no hay mar que trague los gritos del horror
las súplicas crecientes ante la indiferencia
este dolor aciago del vecino al que arrancan
su derecho a ser libre cuando su patria queman
gargantas desmedidas, corazones de témpano
que el embuste propalan y avivan las hogueras.
Porque el miedo es la garra que la perfidia acrece
y la ignorancia, carne de una jauría que es ciega;
y ambos furias titánicas que tunden con empeño
al hermano transido que a nuestra casa llega
los ojos extraviados la fiebre en las pupilas
y palmas de esperanza que en sus espaldas quiebran.
(Antonio Capilla, PIEDRA DE LA HONDA, Editorial Vitruvio, Madrid, 2016)